sábado, 10 de mayo de 2008

Un Arquitecto encarnado por una marioneta

Fue un largo camino el que nos llevó a la creación de una marioneta para el personaje del Arquitecto, el largo camino que nos tomó llegar a comprender que sólo un personaje de paja permitiría reverberar con fuerza la voz de un Emperador que juega y lucha consigo mismo.
Concebido como un doble del Emperador, el títere con cuerpo de escoba ha sabido encarnar con justeza y profundidad el complejo juego de súbdito y de juez que compone el personaje, un infatigable redoble de conciencia que la carne de un actor amortiguaría.

A su vez, ello ha permitido desvelar a la madre que se esconde bajo el velo de la actriz marionetista.
El juego teatral que los dos personajes desarrollan en el texto de Arrabal adquiere de este modo, a través de la manipulación directa por la figura de la madre de la marioneta-niño que encarna al Arquitecto, una dimensión más cruda y profunda que el simple disfraz que nos proponen las acotaciones del texto original.
Un juego de espejos cuya complejidad de lecturas admite su descifrado a través de la angustia de esta triple presencia y de sus monstruosas implicaciones.

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